Al escuchar las aves,
entre la sombra de los árboles,
sentía silencio alrededor,
su respiración
y los latidos del corazón,
acompañaban el graznido de las aves,
como sinfonía discordante,
semejante a la discordia que siente,
entre su realidad
y lo que esperaba.
Sentada allí,
en ese pequeño confort silvestre,
que comparte con libertad,
observa la señal de las nubes,
piensa, que lleva detenida,
el tiempo suficiente,
que otros escogieron para ellos,
siendo huésped a corto plazo,
que hace sentir incómodos,
a sus anfitriones.
En calma total,
al aire libre
y techo de nadie,
en su lenguaje sin remiendos
y pensamiento claro,
resuelve lidiar y dar a todos,
la sonrisa de la paciencia,
dejando,
enfundando,
Estancada aquí y allá,
convertida en saltimbanqui,
del circo de jugarretas,
que ella misma o el destino,
le puso como test a su vida,
observa en parsimonia,
el itinerario que dibuja el cielo,
en un amanecer despejado.
Entre discordia y concordia,
discurre con claridad su presente,
conociendo ya la soledad temerosa,
está segura que lo es más,
la presencia que incordia
y aunque a escondidas llore,
seguirá la señal de la brújula,
que despejada y oportuna,
se muestra para ella.
.NDM.