Hace frío,
un frío gélido,
que cala los huesos,
la ventisca de viento y nieve,
viene de lejos,
donde las montañas,
nunca pierden,
el manto blanco de su cimas.
Varios días,
de nevada continua,
los mantienen bajo resguardo,
desde la ventana,
solo se aprecia,
inmensas capas de nieve,
que lo cubre todo,
el viento helado,
levanta polvos de nieve,
formando remolinos blanquecinos,
la vista es imponente,
pero hermosa.
Ambos están juntos,
bien cerca de la lumbre,
envueltos en el cobertor,
compartiendo el calor de sus cuerpos,
deleitándose con vino tibio,
sus mejillas sonrosadas,
el latido de sus pechos acelerados,
genitales húmedos,
calientes,
hace mucho,
que no se sentían,
tan cerca uno del otro.
Se gustan, se desean,
sin embargo,
llevan tiempo distanciados,
las condiciones abruptas naturales,
los unen bajo el mismo techo,
que parecía,
les quedaba pequeño,
quizás la ventisca invernal,
sea benefactora,
a pesar de su imponencia.
Ella le mira,
sus ojos grises con ternura,
él, sin decir nada,
le sostiene la mirada,
se conocen,
los pensamientos vuelan,
sin más,
él acaricia con delicadeza,
su rostro y cabello,
ella sonríe,
dejándose llevar,
por el sentir de ambos.
La inmensa nevada fuera,
la música suave,
el dulzor del vino,
el momento sin interrupciones,
permite,
que el fuego de la pasión,
se desate.
Besos,
recorridos corporales,
jadeos intensos,
frases entrecortadas,
una cabalgata de ganas,
de placer y orgasmos,
una noche deseada,
una tempestad,
entre nieve y fuego,
irrepetible.
.NDM.
